No es que Mario Vargas Llosa sea santo de mi devoción, pero me gustó su artículo “Derecho de pernada”, aparecido el mes pasado en El País. “Repelente”, “vil” y “señor de horca y cuchilla” es lo que Vargas Llosa llama a Dominique Strauss-Kahn. Como recordaréis, el ex ministro de Economía de Francia y ex director-gerente del FMI fue acusado en mayo de agresión sexual e intento de violación a Nafissatou Diallo, una camarera guineana en situación irregular en los Estados Unidos, que trabajaba en el Hotel Sofitel de Manhattan.
Me gustó por tres cosas. Primera; Vargas Llosa rompe el pacto de género y denuncia ferozmente la conducta de Strauss-Kahn. Es decir, se aparta de ese colegueo entre hombres (hombres que, en este caso, son además poderosos) que tanto ha beneficiado a Strauss-Kahn en su proceso judicial. En su proceso judicial y en la resolución final, porque el pasado martes la justicia estadounidense anunció el abandono de los cargos contra él.
Segunda; no sólo arremete contra DSK, sino que increpa también a los que mantienen su corporativismo y le brindan su apoyo incondicional hasta en esta grave situación: a sus “amigos”, “camaradas” y a los “señores” de la “civilizada Francia” que “desafiando los tiempos que vivimos, se empeñan en perpetuar aquella siniestra tradición (el derecho de pernada)”.
Estoy harta de que sean sólo las mujeres quienes alcen su voz contra la violencia machista y de que los hombres, cuando lo hacen, no sea para indignarse o para juzgar el comportamiento de otro hombre (del agresor), sino para animar a la mujer (la víctima) a que le plante cara y a que aprenda a defenderse. Sobre esto, me viene a la mente una entrada que June escribió en su blog. Por eso, esta firma me ha parecido una brizna de aire fresco.
Tercera; Vargas Llosa recuerda unas cuantas verdades sobre este caso: los resultados del examen médico practicado a Nafissatou Diallo, el carácter de las mentiras en las que incurrió la agredida, los antecedentes por intento de violación del acusado y el descarado doble rasero utilizado por la justicia norteamericana.
Este tema ha hecho correr ríos de tinta. Sin embargo, los medios de comunicación han estado más preocupados por el impacto que el escándalo tendría en la carrera política de Strauss-Kahn que por abogar porque se hiciera justicia con Nafissatou Diallo. Hay que recordar que, aparte de ex ministro de Economía de Francia y ex director-gerente del FMI, Strauss-Kahn es también el candidato socialista en las presidenciales del año que viene, favorito en los sondeos antes de protagonizar este nuevo escándalo sexual. Es de agrader que un medio emplee un poco de tinta de ese río para que un Premio Nobel llame a DSK “repelente”, “vil” y “señor de horca y cuchilla” -y para que lo argumente-. (Por cierto, huelga decir que doy por hecho que Vargas Llosa se mostraría igual de contundente independientemente del color político del acusado).
Voy ahora con los ‘peros’ que le encuentro al texto. Me parece un fallo imperdonable que el nombre de la mujer no aparezca por ningún lado, porque esto la invisibiliza. Además, no me gusta el ramalazo moralista con el que Vargas Llosa habla de la prostitución, pues esto contribuye a su victimización:
“Me seguiría pareciendo repelente incluso si fuera cierto que el sexo oral con que se gratificó aquella mañana neoyorquina fue consensuado, pues, aun si lo hubiera requerido de buenas maneras y pagado por ello, habría cometido un acto cobarde, prepotente y asqueroso con una pobre mujer infinitamente más débil y vulnerable que él, la que se habría sometido a esa pantomima por necesidad o por miedo, de ningún modo seducida por la apostura o la inteligencia del personaje al que encontró desnudo en la habitación que iba a arreglar”.
El último ‘pero’ es que Vargas Llosa deja claro que la justicia estadounidense no ha juzgado el delito de agresión sexual en el hombre, sino el ‘delito’ de ser pobre en la mujer. Sin embargo, echo de menos una mención a los otros dos ‘delitos’ más de Diallo: ser negra y ser mujer. Esto suma una triple discriminación que, sin duda, no ha ayudado a que las cosas llegaran a buen puerto. Para empezar, si en lugar de camarera llega a ser camarero el que entra en la habitación del hotel el día en el que tuvieron lugar los hechos, seguramente DSK no se hubiera abalanzado sobre él.
Para un análisis feminista del caso, leed este artículo de Axun Urbieta, candidata del partido feminista Plazandreok a las Juntas Generales de Gipuzkoa. Aquí os dejo un apunte:
“Pobres o ricos, guapos o feos, poderosos o no. La única condición que se requiere (para ejercer violencia machista) es ser un hombre, un hombre y un machista que cree que las mujeres estamos ahí para eso. Para lo que guste mandar, para servirle a usted. Tanto si queremos como si no. A las buenas o a las malas”.
TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA
Me gustó por tres cosas. Primera; Vargas Llosa rompe el pacto de género y denuncia ferozmente la conducta de Strauss-Kahn. Es decir, se aparta de ese colegueo entre hombres (hombres que, en este caso, son además poderosos) que tanto ha beneficiado a Strauss-Kahn en su proceso judicial. En su proceso judicial y en la resolución final, porque el pasado martes la justicia estadounidense anunció el abandono de los cargos contra él.
Segunda; no sólo arremete contra DSK, sino que increpa también a los que mantienen su corporativismo y le brindan su apoyo incondicional hasta en esta grave situación: a sus “amigos”, “camaradas” y a los “señores” de la “civilizada Francia” que “desafiando los tiempos que vivimos, se empeñan en perpetuar aquella siniestra tradición (el derecho de pernada)”.
Estoy harta de que sean sólo las mujeres quienes alcen su voz contra la violencia machista y de que los hombres, cuando lo hacen, no sea para indignarse o para juzgar el comportamiento de otro hombre (del agresor), sino para animar a la mujer (la víctima) a que le plante cara y a que aprenda a defenderse. Sobre esto, me viene a la mente una entrada que June escribió en su blog. Por eso, esta firma me ha parecido una brizna de aire fresco.
Tercera; Vargas Llosa recuerda unas cuantas verdades sobre este caso: los resultados del examen médico practicado a Nafissatou Diallo, el carácter de las mentiras en las que incurrió la agredida, los antecedentes por intento de violación del acusado y el descarado doble rasero utilizado por la justicia norteamericana.
Este tema ha hecho correr ríos de tinta. Sin embargo, los medios de comunicación han estado más preocupados por el impacto que el escándalo tendría en la carrera política de Strauss-Kahn que por abogar porque se hiciera justicia con Nafissatou Diallo. Hay que recordar que, aparte de ex ministro de Economía de Francia y ex director-gerente del FMI, Strauss-Kahn es también el candidato socialista en las presidenciales del año que viene, favorito en los sondeos antes de protagonizar este nuevo escándalo sexual. Es de agrader que un medio emplee un poco de tinta de ese río para que un Premio Nobel llame a DSK “repelente”, “vil” y “señor de horca y cuchilla” -y para que lo argumente-. (Por cierto, huelga decir que doy por hecho que Vargas Llosa se mostraría igual de contundente independientemente del color político del acusado).
Voy ahora con los ‘peros’ que le encuentro al texto. Me parece un fallo imperdonable que el nombre de la mujer no aparezca por ningún lado, porque esto la invisibiliza. Además, no me gusta el ramalazo moralista con el que Vargas Llosa habla de la prostitución, pues esto contribuye a su victimización:
“Me seguiría pareciendo repelente incluso si fuera cierto que el sexo oral con que se gratificó aquella mañana neoyorquina fue consensuado, pues, aun si lo hubiera requerido de buenas maneras y pagado por ello, habría cometido un acto cobarde, prepotente y asqueroso con una pobre mujer infinitamente más débil y vulnerable que él, la que se habría sometido a esa pantomima por necesidad o por miedo, de ningún modo seducida por la apostura o la inteligencia del personaje al que encontró desnudo en la habitación que iba a arreglar”.
El último ‘pero’ es que Vargas Llosa deja claro que la justicia estadounidense no ha juzgado el delito de agresión sexual en el hombre, sino el ‘delito’ de ser pobre en la mujer. Sin embargo, echo de menos una mención a los otros dos ‘delitos’ más de Diallo: ser negra y ser mujer. Esto suma una triple discriminación que, sin duda, no ha ayudado a que las cosas llegaran a buen puerto. Para empezar, si en lugar de camarera llega a ser camarero el que entra en la habitación del hotel el día en el que tuvieron lugar los hechos, seguramente DSK no se hubiera abalanzado sobre él.
Para un análisis feminista del caso, leed este artículo de Axun Urbieta, candidata del partido feminista Plazandreok a las Juntas Generales de Gipuzkoa. Aquí os dejo un apunte:
“Pobres o ricos, guapos o feos, poderosos o no. La única condición que se requiere (para ejercer violencia machista) es ser un hombre, un hombre y un machista que cree que las mujeres estamos ahí para eso. Para lo que guste mandar, para servirle a usted. Tanto si queremos como si no. A las buenas o a las malas”.
TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA
Derecho de pernada
PIEDRA DE TOQUE. DSK me parece repelente. Ese señor superinteligente, ultrapoderoso y millonario estaba acostumbrado a permitirse ciertos excesos. 'Tirarse a una sirvienta', por las buenas o por las malas, es un acto vil.
De muchacho, en los años cincuenta, muchas veces oí en Piura y en Lima a mis compañeros de barrio y de colegio jactarse de haberse desvirgado con las sirvientas de su casa. No lo decían de manera tan científica, sino utilizando una expresión que sintetizaba todo el racismo, el machismo y la brutalidad de una clase social que en aquella época se exhibían todavía sin el menor embarazo en el Perú: "Tirarse a la chola". Entonces, los niños bien no hacían el amor con sus enamoradas, que debían llegar vírgenes al matrimonio, y para sus ardores sexuales solían elegir entre la prostituta y la criada. Ni qué decir que muchos padres alentaban sobre todo la última opción, temerosos de que la primera acarreara a sus vástagos una purgación.