10 oct 2008

¿Por qué se mercadea con el maltrato?


El compañero David Lozano escribe la siguiente reflexión para este blog y la acompaña de la foto de Violeta Santander. Las etiquetas las pongo yo:

El caso de Jesús Neira y la forma que está teniendo el mundo periodístico de tratar este asunto me tiene desconcertado.

En concreto, me refiero a los compañeros y compañeras de Tele 5. El pasado sábado Violeta Santander, la mujer a la que defendió el propio Neira, acudió al plató del programa La Noria. Se trataba de su segunda comparecencia porque hace unas semanas también fue a este espacio nocturno. Al parecer, su actitud chulesca y mediocre en las formas, gustó tanto por la polémica que generó que esta misma cuestión avaló la segunda entrevista.

Desde el punto de vista periodístico entiendo que escuchar a todas las partes por repugnante que pueda ser alguna es lo aconsejable. Pero en este caso, hay matizaciones que conviene destacar. Resulta que por esta segunda aparición, Tele 5 pagó a la mencionada Violeta unos 70.000 €, a los que habría que sumar otra cantidad parecida por su primera presencia en este programa.

Ahí comienza mi indignación. ¿Qué clase de televisión estamos haciendo? ¿No es cierto que hay ocasiones en las que cuando hablamos de telebasura nos quedamos cortos?

Pero esto no queda aquí. Tres días después, el programa Está Pasando, también de Tele 5, clamaba al cielo por el ánimo de lucro del que goza Violeta Santander. Esto es lo que realmente me enerva. Criticable hasta más no poder es que esta persona cobre por acudir a los programas de televisión (sin contar la entrevista en Interviú), pero ¿como calificamos a los profesionales de la comunicación que en búsqueda de audiencia pagan ese dineral? Y me refiero tanto a los responsables de los programas como a los directivos (no periodistas) de las cadenas o grupos de comunicación.

Es decir, el miércoles por la tarde se criticaba en un ejercicio de moralina a esta mujer y nadie ponía el grito en el cielo por la actitud de Tele 5, de La Noria y de Jordi González, compañero de profesión y presentador de este programa, al que pagan unos 18.000 € por cada programa.

No soy un ingenuo al esperar que un programa de una cadena critique a otro programa de esa misma cadena. Pero como espectador me dan náuseas al ver la hipocresía en la que nos movemos.

¿Por qué aquí todo vale? Sin buscar culpables… ¿Los periodistas no tenemos nada que decir? Y lo que es peor, ¿cualquiera de nosotros haríamos lo mismo que Jordi González si tuviéramos un contrato de 18.000 € por programa?

Sinceramente, mi enojo se mezcla con esta incertidumbre. Así de triste es…

La cuestión es clara. ¿Por qué se mercadea con el maltrato?

2 comentarios:

Ritxar dijo...

Me parece muy acertada tu reflexión y la llamada que haces a la sensatez, al sentido común a la ética y al compromiso contra la violencia machista de los compañeros y compañeras periodistas...

¿Por qué se mercadea? Porque desgraciadamente el morbo asociado a conductas extremas, como la de esta mujer, vende. Pero quizás esta sea la única parte positiva de todo este asunto: vende por ser desviado y extremo, por lo que la mayor parte de las conciencias no están en esa línea de pensamiento y estética del morbo.

Besos

June Fernández dijo...

Me atrevería a decir que hoy en día se mercadea con todo. Pero creo que en este caso el principal problema es que los casos de violencia machista son tratados en los medios de comunicación como sucesos aislados y extremos. No se contextualizan, no se muestran como parte de un problema social, como la punta del iceberg de un sistema injusto y desigual.

Por otro lado, me preocupan mucho dos cosas de este asunto:

- Que sacar a una tía como esta atenta contra la imagen y la dignidad de las víctimas de la violencia machista.
- Que, en general, se habla demasiado de mujeres que no denuncian. Creo que eso contribuye a culparlas de aquello de lo que son víctimas. Habría que explicar qué cohibe a las mujeres a la hora de denunciar y, sobre todo, hacer hincapié en los modelos positivos, de mujeres que denuncian y rehacen su vida.