¿Qué os parece esta opinión acerca del papel y de la participación de los grupos de hombres por la igualdad?
Algunos hombres buenos
OSKAR ARANDA Educador sexual (Bilbao)
En los últimos años han ido apareciendo distintos grupos de hombres al calor de algunos expertos que han ido planteando temas en torno a las nuevas masculinidades, la manera de afrontar el machismo desde el punto de vista del hombre, las agresiones hacia las mujeres, el erotismo masculino y algunos temas más que han ido aglutinando a ciertos sectores de población urbana, de clase media, funcionarial y universitaria, principalmente. Han hecho llamamientos públicos a raíz de algún asesinato patriarcal más o menos mediatizado y a partir de ahí han ido creando pequeños grupos con la intención de ir configurando un discurso que, en teoría, puede servir para ir eliminando las actitudes sexistas y patriarcales de los hombres.
Estos grupos surgen por la imperiosa necesidad que, dicen, tienen los hombres de juntarse para hablar de sus problemas, sus debilidades. Y en ellos dan rienda suelta a sus experiencias traumáticas pero... sobre todo, ponen de manifiesto algo que nos han enseñado desde pequeños a todos los hombres: la notoriedad del espacio público.
Para ejemplificar mi tesis quiero incluir una anécdota real que le ocurrió a un grupo feminista tras la visita de un hombre a su local. El susodicho decía que estaba muy comprometido y sensibilizado con la lucha de las mujeres y que quería colaborar con ese grupo. Algunas mujeres se reunieron con él, más que nada para explicarle por qué las mujeres quieren participar en grupos sólo constituidos por mujeres, pero antes le vacilaron un poco y le preguntaron, irónicamente, de qué manera podría él participar en ese grupo de mujeres... El caso es que este hombre respondió que a él le gustaría dar charlas sobre feminismo.
El hombre copa, con su dominio del espacio público, todos los lugares y espacios menos uno: los grupos feministas. El hombre, educado en y para el espacio público ha mantenido una actitud entre recelosa y frontalmente opuesta a que algunas mujeres quisiesen juntarse para hacer política. Incluso la izquierda ha mantenido una actitud ambigua ante el discurso autónomo feminista que en los últimos años se ha ido apaciguando con la creación de las áreas de la mujer en sindicatos y partidos políticos. Estas áreas han sido el paso intermedio para el gran salto que algunos hombres buenos estaban esperando desde hace tiempo; la creación de grupos de hombres, antes llamados profeministas y ahora simplemente igualitarios.
En Bilbao se creó un grupo de hombres hace poquitos años y en la segunda reunión ya se quería ir con pancarta propia al 8 de marzo. En otras ciudades hasta han organizado ellos mismos manifestaciones contra las agresiones a mujeres. Es un pequeño ejemplo del futuro que tienen estos grupos. Es decir, querer copar las únicas pocas reivindicaciones que no controlan ni deciden. Entiendo que para muchos hombres sea frustrante y fuente de una incertidumbre tremenda no poder controlar todo lo que está a su alrededor pero hay que 'convencer' a los grupos igualitarios de que el protagonismo de la lucha contra el patriarcado debe recaer en las mujeres y no en hombres que afirman que ellos también son víctimas del sexismo y el machismo. Como si fuera lo mismo.
Espacios públicos
Los hombres tenemos el 99% de los espacios públicos para hacer política masculinista y es ahí donde tenemos que actuar de hombres buenos. Si las mujeres optaron en su momento por la creación de espacios autónomos fue por la imperiosa necesidad de dotarse de un discurso de lo público que nosotros, por suerte o por desgracia, no creo que necesitemos. Los grupos de hombres están copando tal cantidad de páginas y minutos en los medios que, incluso en Euskal Herria, tienen más apoyo mediático los congresos de masculinidad que organiza Emakunde (instituto vasco de la mujer) que el propio congreso feminista de abril pasado que reunió a más de mil mujeres. Todo un síntoma de unos grupos que se muestran más digeribles para las propias instituciones que las 'intocables' feministas, incluso para los institutos de la mujer.
Los grupos de hombres lo que aportan al cambio de sociedad es dar cobertura a personajes como Ibarretxe, que se presentó en el congreso, en Donostia, de masculinidad, hace unos años, con su consejero de Interior Balza, hablando de la violencia que ejercemos los hombres contra las mujeres, cuando a su consejero no le tiembla el pulso en lanzarnos sus soldados a la mínima. O el programa Gizonduz, donde había codazos de los pro-hombres de la cultura vasca por aparecer en esa foto, como si eso fuera importante para dejar de estar bajo sospecha, presentándose en sociedad como hombres buenos.
Los hombres que hemos tenido algún contacto con los feminismos sabemos que nos han marcado para poder vivir mejor y más cómodamente, nos han posibilitado conocer, o al menos dejar de desconocer, al 50% de la población y todo eso debemos expandirlo en los espacios donde podamos. No en grupos de autoescucha o grupos de paracaidistas sino en el puesto de trabajo, el ocio y la política que hacemos en espacios mixtos, además de en las reivindicaciones que tienen que seguir protagonizando las mujeres. Eso es lo importante.
Último número del periódico Diagonal.
1 dic 2008
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4 comentarios:
Comparto algunos recelos pero no la esencia. Es decir, creo que los propios hombres organizados tienen que estar siempre alerta para no acaparar ni eclipsar y para que la convicción de que el machismo también les perjudica a ellos no les lleve a erigirse en tan víctimas como nosotras.
Sin embargo, no me gusta el tono del artículo, ya que no presenta esos argumentos como crítica constructiva sino para deslegitimar un movimiento emergente que a mí, como mujer, feminista y demás, me parece de lo más necesario. Además, me parece injusta la imagen que da del movimiento, ya que, aunque conozco más anécdotas como las que cuenta, creo que la mayoría no están en esa línea.
Creo que es un movimiento nuevo que todavía tiene que consolidarse, encontrar el tono justo para lograr repercusión social sin equiparar y demás. Respecto a Gizonduz, me parece una iniciativa realmente pionera viniendo de una institución. Creo que es necesario que en este y otros temas convivan las políticas institucionales con movimientos de base.
Por último, no me parece incompatible que los hombres se dejen influir por nosotras y apliquen una perspectiva feminista a su manera de estar en el mundo (ocio, trabajo, etc.) con organizar sus propios grupos en los que reflexionar, crecer y demás. Estoy convencida de que ellos también tienen que hacer los deberes por su cuenta para que hombres y mujeres podamos construir juntas un mundo más igualitario.
Se plantean cuestiones interesantes, tanto en el artículo como en los comentarios que he leído.
No me parece, como a June, que deslegitime; creo que pretende alertar, y lo consigue.
Yo sufrí la semana pasada el mismo estremecimiento que intuyo en el autor cuando leí que el lehendakari se reuniría con no sé qué hombres la víspera del 25 de noviembre. Ahora me preguntó si es obligatorio que ellos lleguen la víspera, que lleguen antes que las mujeres. ¿Cuándo nos vamos a librar de la molesta sensación de que son ellos quienes esperan, quienes nos esperan?
Comparto con June y el autor la necesidad de que los hombres actúen con prudencia, de que sean conscientes de la necesidad de democratizar el espacio público, pero a la vez intuyo el riesgo de reproducir los esquemas de siempre.
Y veo difícil que aquellos profesionales de los medios que aún no se han planteado la necesidad de reflejar cabalmente a una sociedad que clama por la igualdad, demuestren ahora la sensibilidad necesaria como para no dejarse llevar por la pasión de reflejar fiel y prontamente la participación de los varones por la igualdad.
Es decir, quienes antes no han demostrado sensibilidad hacia el protagonismo de la mujer en la igualdad, no van a demostrar ahora equidad alguna y acaso se lancen a los brazos de esos pocos hombres que se ven a sí mismos como precursores.
Y todo esto lo andaba yo rumiando a raíz de la convocatoria para el acto del lehendakari. Por eso lo entiendo mejor ahora que hace diez días.
Ahí va esta opinión, que os debía desde hace unos días. Cuando colgué el artículo de Oskar Aranda en el blog y me limité a escribir: "¿Qué os parece esta opinión acerca del papel y de la participación de los grupos de hombres por la igualdad?", no pretendía tirar la piedra y esconder la mano, sino ceñirme literalmente a la pregunta porque no tenía claro si compartía el sentir de quien firmaba.
Ahora, mirándolo con un poco de perspectiva y leídas las opiniones de dos compañeras, puedo decir que comparto bastante del artículo pero no la forma.
Dirigirse a los hombres que abogan por la igualdad con la expresión de "algunos hombres buenos" es desprestigiar de un plumazo un movimiento que, en teoría, es necesario y justo. También creo que es desanimar y quitar las ganas a cualquier hombre que estuviera pensando en acercarse a conocerlo.
A mí también me hierve la sangre cuando el reclamo de los hombres igualitarios es que el sistema patriarcal también les perjudica a ellos y me viene a la cabeza el chiste aquel de "¡vaya día de mierda!; a ti se te muere el padre, a mí se pierde el boli...". Creo que deberían empezar por reconocer que el problema del sistema patriarcal es el hombre, como colectivo. Y, a partir de ahí, puede ser un espacio útil para, entre otras cosas, aprender a militar en otros ámbitos, como el trabajo o el ocio (que no debería ser incompatible). Animarse por separado y saber cómo por ciencia infusa, difícil…
Los hombres se lo tienen que currar por su cuenta, por justicia social y porque nos lo deben a las mujeres, también como colectivo. No los borraría de golpe, pero tampoco los “admitiría” de buenas a primeras, porque comparto lo que cuenta Oscar Aranda acerca del acaparamiento. Los intentos más visibles han sido torpes, pero es un movimiento incipiente al que yo no cortaría las orejas de cuajo (no vaya a ser que podamos utilizar algo…, jeeee).
Finalmente, las instituciones han visto un filón en esto y los medios de comunicación, algo novedoso. Por eso, creo son los mayores responsables de que a los hombres por la igualdad se les dé más cancha que al movimiento feminista, que ha logrado tener la extraña capacidad de aburrir antes de poder darse a conocer.
Después de leer a Oskar Aranda me ha quedado un cierto mal sabor de boca porque creo que su objetivo no es más que deslegitimar un movimiento habida cuenta de una mala experiencia o de una anécdota en particular. Además, el tufillo político que destilan sus palabras no me gusta en absoluto.
Entiendo que el objetivo de los grupos de hombres por la igualdad es eliminar las actitudes sexistas de los hombres, luchar o intentar paliar la violencia de género o incluso compartir experiencias.
Yo sinceramente no he estado muy metido en estos grupos de hombres pero no me cabe en la cabeza que lo que realmente busquen sea buscar y alcanzar la notoriedad del espacio público.
Por otro lado, creo que la lucha contra el patriarcado debe recaer en las mujeres pero también estoy convencido de que en esta lucha debemos colaborar todos, hombres y mujeres. El hombre debe implicarse, tiene el derecho y el deber de implicarse. Por eso considero positiva la creación de hombres “igualitarios”.
Además, en las palabras de Oskar Aranda me parece que hay una pincelada política inaceptable. Podemos discutir eso de que “los grupos de hombres dan cobertura a personajes como Ibarretxe”, pero considero fuera de lugar eso de que “a Balza no le tiembla el pulso al lanzarnos sus soldados a la mínima”. Que queréis que os diga. No acepto lecciones de democracia de nadie y mucho menos de quien se expresa de esta manera.
Sobre el programa Gizonduz, os puedo asegurar que los codazos por salir en la foto no los he visto ni los he notado de los “pro-hombres de la cultura vasca”. Y hablo con conocimiento de causa. Para salir en la foto ahora se lleva más lo de posar para un calendario. Y eso que soy crítico con algunas iniciativas de este programa. No veo con buenos ojos, por ejemplo, que se hayan puesto en fiestas de pueblos y capitales carpas para que firmaran la carta la mayor parte de los hombres. (Si es para engordar la estadística está bien pero yo aspiro a más, de verdad).
Y hay algo que no entiendo y es el aparejar o ligar el término “hombre bueno” con “hombre igualitario”. Y es que podrás luchar a más no poder contra la violencia de género y al mismo tiempo ser la persona más detestable del mundo en otros aspectos.
Desde mi punto de vista, el hecho de que el hombre busque su espacio para compartir momentos, experiencias, vida en definitiva, es muy positivo, siempre y cuando ello no lleve consigo una suplantación al quehacer de la mujer.
También quería destacar algo a lo que se refiere Lucía. El acto del Lehendakari del día 24, no es más que un acto político preelectoral. Fijate que estuvieron presentes las ejecutivas al completo de casi todos los partidos políticos.No creo que se trata de suplantar nada sino de la utilización política de esta cuestión.
Y finalmente, los medios de comunicación creo que hacen un caso seminulo tanto a todo lo que tiene que ver con grupos de hombres como de mujeres. Ahí, la paridad desgracidamente se da.
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